Notre-Dame de París, más dudas que respuestas un año después

París, 15 abr (Prensa Latina) A un año del incendio de la catedral de Notre-Dame, Francia y el mundo recuerdan con dolor las imágenes de una tragedia que genera hoy demasiadas preguntas sin respuestas.


La obra maestra gótica e ícono parisino estuvo apenas a 30 minutos de sucumbir ante las llamas empeñadas en borrar los ocho siglos de historia de un testigo excepcional de acontecimientos como la Revolución Francesa y la consagración de Napoleón I, capaz de sobrevivir a las dos guerras mundiales.


Descartadas las hipótesis del ataque terrorista y de la intención criminal en el fuego, que estalló en el ático del templo a las 18:43 del 15 de abril de 2019, la causa sigue desconocida y los tres jueces de instrucción encargados de las investigaciones no han arrojado nuevas luces sobre lo que parece asumirse como un cortocircuito.


Muchos son los momentos inolvidables de aquel fatídico día, desde el esfuerzo de 600 bomberos hasta las miradas incrédulas de los presentes y de millones de televidentes en todo el planeta, pero ninguno más enraizado que el ocurrido cerca de las 20:00, cuando la aguja de 93 metros diseñada por Eugÿne-Emmanuel Viollet-le-Duc quedó destruida.


Salvada de la desaparición tras 15 horas de batalla contra las llamas, la catedral de Notre-Dame entró en un período en el que no escapó de las pugnas políticas y de desafíos imprevistos, sobre todo el ataque de enemigos invisibles.


El gobierno fijó la ambiciosa meta de reconstruir la emblemática instalación en cinco años, y para ello creó un ente público dirigido por el general retirado Jean-Louis Georgelin.


Una de las polémicas tempranas fue entre los defensores de que el sitio declarado en 1991 Patrimonio de la Humanidad recuperara su imagen conocida y los promotores de dotarla de un aire de modernidad, disputa sumida en el suspenso, porque nadie ha dicho cómo lucirá al final de los trabajos.


Respecto a los enemigos, el primero de ellos fue el plomo, un peligroso elemento químico liberado por toneladas cuando el fuego derritió las mil 300 placas que recubrían el devastado techo.


Las lógicas preocupaciones por la salud de los vecinos y de los encargados de la reconstrucción llevaron al cierre de escuelas y a la interrupción de las labores, además de a denuncias y acusaciones de falta de transparencia y mal manejo de la amenaza por parte de las autoridades.


La zona de la catedral fue cerrada en un perímetro más amplio que el inicial y comenzaron acciones de descontaminación, con modernas técnicas incluidas, pero un invitado inesperado irrumpió en Francia y el mundo para complicarlo todo: la Covid-19.


Desde mediados de marzo están detenidas las labores constructivas en Notre-Dame, sin que con certeza se conozca el tiempo de la pausa provocada por el coronavirus SARS-CoV-2, cuya derrota tardará semanas o tal vez meses.


Por lo pronto, la mayoría de los entendidos considera improbable que la catedral visitada en 2018 por 12 millones de personas renazca en 2024, aunque el veterano general Georgelin insiste en que puede comandar con éxito a un ejército diferente hacia esa meta.